martes, 24 de noviembre de 2015
EL MONSTRUO AQUERONTE
Un solo hombre, una sola vez, vio al monstruo Aqueronte; el hecho se produjo en el
siglo XII, en la ciudad de Cork. El texto original de la historia, escrito en irlandés, se ha
perdido, pero un monje benedictino de Regensburg (Ratisbona) lo tradujo al latín y de esa
traducción el relato pasó a muchos idiomas y, entre otros, al sueco y al español. De la
versión latina quedan cincuenta y tantos manuscritos, que concuerdan en lo esencial. Visio
Tundali (Visión de Tundal) es su nombre, y se la considera una de las fuentes del poema de
Dante.
Empecemos por la voz aqueronte. En el décimo libro de la Odisea, es un río infernal y
fluye en los confines occidentales de la tierra habitable. Su nombre retumba en la Eneida,
en la Farsalia de Lucano y en las Metamorfosis de Ovidio. Dante; lo graba en un verso:
Su la trista riviera d’Acheronte.
Una tradición hace de él un titán castigado; otra, de fecha posterior, lo sitúa no lejos del
polo austral, bajo las constelaciones de las antípodas. Los etruscos tenían libros fatales que
enseñaban la adivinación, y libros aquerónticos que enseñaban los caminos del alma
después de la muerte del cuerpo. Con el tiempo, el aqueronte llega a significar el infierno.
Tundal era un joven caballero irlandés, educado y valiente, pero de costumbres no
irreprochables. Se enfermó en casa de una amiga y durante tres días y tres noches lo
tuvieron por muerto, salvo que guardaba en el corazón un poco de calor. Cuando volvió en
sí, refirió que el ángel de la guarda le había mostrado las regiones ultraterrenas. De las
muchas maravillas que vio, la que ahora nos interesa es el monstruo Aqueronte.
Éste es mayor que una montaña. Sus ojos llamean y su boca es tan grande que nueve
mil hombres cabrían en ella. Dos réprobos, como dos pilares o atlantes, la mantienen
abierta; uno está de pie, otro de cabeza. Tres gargantas conducen al interior; las tres
vomitan fuego que no se apaga. Del vientre de la bestia sale la continua lamentación de
infinitos réprobos devorados. Los demonios dicen a Tundal que el monstruo se llama
Aqueronte. El ángel de la guarda desaparece y Tundal es arrastrado con los demás. Dentro
de Aqueronte hay lágrimas, tinieblas, crujir de dientes, fuego, ardor intolerable, frío
glacial, perros, osos, leones y culebras. En esta leyenda, el Infierno es un animal con otros
animales adentro.
En 1758, Emanuel Swedenborg escribió: «No me ha sido otorgado ver la forma general
del Infierno, pero me han dicho que de igual manera que el Cielo tiene forma humana, el
Infierno tiene la forma de un demonio.»
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