miércoles, 16 de septiembre de 2015

Lo que hay que hacer con la información

No todos conocerán el nombre de Bram Stoker, tampoco podrán con datos históricos (quizá con ayuda de alguna enciclopedia), elaborar una reseña precisa de éste irlandés. Pero a lo mejor si conocerán, el nombre del Conde Drácula e intuirán lo que significa para la cultura e imaginario popular; uno de los personajes de ficción más relevantes en la historia de la literatura universal. Drácula no necesita una abundante presentación, su nombre por antonomasia, puede ser, el horror y la fantasía misma. Es suficiente entonces, que sin retórica alguna, nos nombren a Drácula para saber de que se trata, resulta obvio, aun sin haber leído el libro de más de 300 paginas; escrito por Bram Stoker y, en donde dio vida al personaje mitad bestia mitad hombre.

Lo cierto es, que dentro del libro de Bram Stoker, se encuentra descritos los escenarios con detalle riquísimo, tal descripción, da la impresión de una veracidad irrefutable, a pesar de tratarse de una mera ficción. Lo peculiar no es que la  pluma y el prodigio de Bram Stoker lograra hacerlo, lo particular resulta ser, que jamás en su vida Bram Stoker piso un castillo o visito Transilvania, jamás salió de Inglaterra. Puede parecer a simple vista normal o incierto, pero sí miramos detenidamente otras obras de igual magnanimidad e ingenio como: Don quijote de la mancha, Moby Dick, Crimen y castigo, Cien años de soledad -y soy injusto al citar sólo éstas pero creo que son suficientes-, encontramos que los escenarios en cada caso, en cada trama, corresponde a un lugar en donde bien vivió o visitó en algún momento su autor. Esto no aplica cómo lo dije para Bram Stoker y su obra el Conde Drácula. Entonces podemos concluir dos cosas: Primero, a Bram Stoker le basto las decenas de libros, grabados y relatos sobre Vlad el Empalador para crear un imaginario acerca del lugar geográfico de la novela y, el perfil de sus protagonistas, segundo, tener la información no es suficiente; no es suficiente por la razón de que Bram Stoker se dio a la ardua tarea de documentarse con el ultimo y único propósito de entender a Drácula, personaje que muy probablemente ya existía para Stoker antes de leer toda información correspondiente. No solo hizo falta la información, porque al fin y al cabo, la información está dada; a pesar de la censura que se le pueda dar, de su manipulación mediática o de su difícil acceso, la información cómo lo demostró Stoker hombre del siglo XIX, es ante toda vicisitud, accesible para quien la necesite y sepa qué hacer con ella.

En los siglos oscuros, refiriéndonos históricamente al medioevo, la información occidental sufrió la censura más vehemente por parte del estado feudal, así mismo, tal información limitada a los hombres, fue una de las cosas más preciosas y valoradas, fuente de conocimientos prohibidos, y por consecuencia, de estimulo. Quienes trataban la información (monjes amanuenses e ilustradores) lo hacían con el oficio del orfebre que interviene el oro, solo hace falta indicar las minuciosas y difíciles figuras que acompañaban los folios, para disuadir cualquier duda. Pese a la carencia de materiales y de técnicas, las ilustraciones y el tratamiento a la escritura, no deja de ser o querer ser asombrosas y quienes abrían estos libracos hechos de piel de cerdo, encontraban maravilla.

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